En el marco de una complicada situación internacional, el Perú decide adquirir sus primeros sumergibles: Ferré y Palacios en 1911.
El Ferré fondeado en el Callao |
A principios del siglo XX, varias naciones hispanoamericanas tenían pendiente la definición de sus fronteras, siendo ese el caso peruano respecto a Ecuador, Colombia, Brasil y Bolivia, países con los que se venían produciendo diversos incidentes . Esto, que de por sí era un tema delicado, se complicaba más por la difícil situación que se vivía con Chile, país que no había honrado su compromiso de realizar un plebiscito para determinar la situación de las provincias de Tacna y Arica, constituidas en prendas territoriales tras la Guerra del Pacífico.
El primer gobierno de Augusto B. Leguía (1908-1912), ante la agresiva política internacional de la cancillería chilena con Ecuador y Colombia, trató de liquidar las cuestiones de límites por las vías más expeditivas, logrando avances con Brasil. Pero con Ecuador las cosas empeoraron pues se filtró información sobre los resultados del laudo arbitral español en torno al asunto de Jaén y Maynas, llevando a ambos países a una situación pre-bélica entre marzo y abril de 1910. Para terminar de complicar las cosas, se produjo un serio incidente fronterizo con Bolivia que enturbió nuestras relaciones y algo similar ocurrió con Colombia, al punto de enfrentarnos militarmente en 1911.
Presidente Augusto B. Leguía(1908-1912). Su gobierno llevó a cabo la adquisición de los sumergibles Ferré y Palacios. |
La situación económica y financiera peruana era aún más delicada que la internacional, llevando al gobierno de Leguía a suscribir empréstitos con diversas entidades financieras extranjeras (en 1909 en Francia, y en 1910 en Alemania e Inglaterra). Cada préstamo tenía una finalidad, pero la compleja situación internacional llevó a que, parte de los recursos, se aplicaran a gastos de defensa.
Las tensiones limítrofes encontraron a la Armada Peruana en medio de un proceso de reorganización a cargo de una misión naval francesa contratada en 1905, que en sus nueve años de labor difundió la doctrina naval de ese país que aún daba especial énfasis al empleo de unidades pequeñas como torpederos y sumergibles, capaces de ofender a buques capitales aprovechando su alta velocidad en superficie y su nula, o casi nula, obra muerta. El primer Jefe de la misión naval francesa fue el Capitán de Fragata Paul de Marguerye, que permaneció en el Perú hasta diciembre de 1910, siendo sucedido por el de igual grado Pierre Napoleón Augustin Lucien Guette. En esos primeros cinco años, la Armada incorporó los modernos cruceros exploradores Almirante Grau y Coronel Bolognesi y se suscribió un contrato para la construcción de los sumergibles Ferré y Palacios.
La adquisición de estas últimas naves se vincula directamente al arribo de los mencionados cruceros, cuya compra había sido impulsada por la gran colecta nacional encabezada por la Asociación Pro Marina. Su presencia en el Callao llevó a pensar en un segundo esfuerzo para contar con un buque escuela a vela, recogiendo así, una iniciativa surgida en el seno de la Sociedad de Artesanos de Moliendo. La propuesta despertó reacciones encontradas pues, si bien eran -y siguen siendo-, numerosos los partidarios del buque escuela, había quienes planteaban que era preferible adquirir naves de combate para reducir las diferencias que en medios navales teníamos con Chile. Todo parece indicar que no existía un plan bien estudiado que permitiera, en un plazo razonable, dotar al Perú de una flota pequeña pero balanceada, que estuviera en condiciones de oponerse exitosamente a las potenciales amenazas de entonces. Por lo menos, tal fue la opinión de un interesado en la materia naval que en 1908 escribió un artículo planteando la necesidad de elaborar un programa naval que contemplara no solo adquirir buques, sino también la formación de un puerto militar, la construcción de diques y depósitos militares, factorías, varaderos para torpederos y otras dependencias vitales para una marina de guerra.
Foto: Capitán de Fragata Paul de Marguerye, primer jefe de la Misión Naval Francesa en el Perú. |
Este debate llevó a la Asociación Pro Marina a constituir una comisión técnica para que opinara sobre el tema, la cual fue presidida por el Capitán de Navío José Ernesto de Mora, siendo integrada por los Capitanes de Corbeta Ernesto Caballero y Lastres y Augusto Pimentel. Su dictamen, fechado el 3 de marzo de 1910, recomendó emplear los fondos recaudados en un sumergible, única manera de contrarrestar en algo el poder naval de eventuales contrincantes, impidiendo, o al menos disuadiendo, su aproximación a nuestros puertos.
La propuesta de la comisión fue bien acogida por nuestra oficialidad naval, iniciándose poco después las acciones necesarias para que el gobierno concretara la adquisición de ese tipo de naves. Las tensiones existentes con el Ecuador dejaron poco margen a las dudas de carácter técnico, referidas básicamente a la clase de sumergible que era necesario adquirir. A tenor de lo que publicara la Revista de Marina, se debatía en torno a los modelos de Laubeuf y Laurenti, pero el tema fue zanjado entre abril y mayo de 1910, cuando se contrató con la casa Schneider de Chalón sur Saone, la construcción de dos sumergibles del modelo preparado por Máxime Laubeuf. Esta compañía, que posteriormente conformaría el consorcio Schneider- Creusot, se iniciaba así en la construcción de ese tipo de naves.
LA VERSIÓN DE MÁXIME LAUBEUF PARA LA CASA SCHNEIDER
La reputación de Laubeuf como diseñador de submarinos había crecido notablemente desde que ganara el concurso convocado por el Ministerio de Marina francés con su sumergible Narval, lanzado al mar en octubre de 1899. En la década siguiente fue mejorando su diseño, logrando que la marina francesa ordenara más de una treintena de sús naves y que algunas armadas extranjeras se interesaran en los mismos Entre estas últimas se encontraron las de Gran Bretaña, Perú, Grecia, Japón, Turquía y Rumania.
Imagen: Sección transversal del periscopio de los sumergibles Laubeuf. |
A juicio de un contemporáneo, Laubeuf "se aferraba a lo importante y descuidaba lo secundario ", por lo que en sus primeros modelos dio poca importancia a la velocidad. Pero las experiencias de Simonet, otro reputado ingeniero, lo llevaron a tener una verdadera obsesión por este último factor. En sus diseños posteriores fue suprimiendo todo aquello que pudiera implicar resistencia hidrodinámica, como el llamado kiosko o superestructura, que cumplía las funciones que hoy tiene la torre de un submarino.
Ya iniciada la construcción de los sumergibles contratados por el Perú, se decidió incorporar algunas variaciones sugeridas por Laubeuf, quien "logró convencer a los oficiales peruanos que supervisaban la construcción de los sumergibles "de las ventajas que ello implicaba. Una de esas mejoras fue la sustitución del kiosco por una escotilla a nivel de la cubierta que no presentó mayores complicaciones en las aguas en que los sumergibles sirvieron. No ocurrió lo mismo con las mesas retráctiles porta torpedos, ya que su complejidad causó más de un accidente con estas armas. También propuso instalar instrumentos para percibir los sonidos en el agua y que podían servir para transmitir y recibir señales que, por entonces, estaban en prueba en la marina francesa. Incluso pensó en instalar cañones en la cubierta de ambos sumergibles.
Foto: El diseño de Máxime Laubeuf, es el seleccionado para los sumergibles peruanos. |
Los sumergibles contratados por el Perú, denominados inicialmente S.C.1 y S.C.2, tenían 46,25 metros de eslora, 4,5 de manga, 2,7 de puntal y un desplazamiento en superficie de 290 toneladas y de 435 toneladas en inmersión. Su doble casco tenía cinco compartimentos estancos, contando con ocho torpedos Schneider de 450 milímetros que podían ser lanzados por cuatro mesas tipo Smulders o canastilla, ubicadas por pares a proa y popa. Para propulsión en inmersión empleaba dos motores eléctricos de 180 H. P. cada uno, alimentados por dos tanques de baterías de 96 elementos cada una. En superficie navegaba con dos motores diesel modificados por Sabatté y construidos por Creusot, con 360 H. P. cada uno,pudiendo alcanzar 12,79 nudos de velocidad, mientras que en inmersión lograba 8 nudos. Sus tanques de petróleo almacenaban 10640 litros, lo que le daba un radio de acción en superficie de 1225 millas a 10 nudos y un alcance máximo de 1790 millas a 8 nudos. Su máxima profundidad de inmersión era 30 metros, y podían alcanzar hasta 96 millas a 4.5 nudos. Se les dotó de 32 botellas de aire comprimido con una capacidad de 11871itros. Dieciocho hombres conformaban la dotación de cada sumergible: dos oficiales, cinco electricistas, cinco torpedistas, cinco mecánicos y un timonel. Eventualmente aumentó, llegando a contar con veintiún hombres, incluidos tres oficiales.
Capitán de Corbeta Ernesto Caballero y Lastres |
El 27 de mayo de 1910, el gobierno peruano estableció una comisión para vigilar y recibir los sumergibles mandados a construir, la que se hallaba compuesta por el Capitán de Corbeta Ernesto Caballero y Lastres y el Teniente Primero Juan Althaus. Ambos zarparon rumbo a Europa el 6 de junio a bordo del vapor Chile, entrando en ejercicio de sus funciones en los astilleros de Messieurs Schneider & Cía en Chalón Sur Saone a partir del 11 de julio. Ese mismo año se incorporaron a la comisión el Teniente Segundo César A. Valdivieso Castroy el Capitán de Corbeta Edilberto Perales, como ingeniero de máquinas adjunto y en 1911 lo hicieron el de igual grado José R. Gálvez y el Teniente Segundo Enrique Monge. Asimismo, entre agosto y octubre de 1910, fueron adscritos a la comisión los ex-alumnos del pensionado de maquinistas en Gran Bretaña: Adnán Galloso, Carlos F. Dávila, Alfredo Rabmes y Humberto Castañeda.
Fue valiosa la ayuda que proporcionó a los comisionados peruanos el experimentado Teniente de Navio H. Carré, quien retirado de la marina francesa prestaba servicios en la casa Schneider y había realizado mil doscientas inmersiones. En especial, colaboró al momento de contratar a quienes servirían como instructores y formarían parte de las dotaciones iniciales, cuyos hombres percibirán un sueldo que iba de doscientos cincuenta a trescientos francos mientras permanecieron en Francia y se elevaría a quinientos francos en el Perú, además de pasaje de retorno al vencer los dos años de sus contratos.
El Ferré en construcción (arriba) y Listo para ser lanzado al mar (abajo)
Personal de la dotación y la comisión |
En setiembre de 1910 el gobierno hizo saber a los comisionados que el S.C.1 se denominaría Aguirre y el S.C.2 Palacios, rindiendo justo homenaje al Capitán de Corbeta Elias Aguirre Romero y al Teniente Enrique Palacios Mendiburu, fallecidos durante el combate de Angamos (8/10/1879) a bordo del Huascar. Sin embargo, luego que a principios de 1912 el gobierno peruano adquiriese el crucero acorazado francés Dupuy de Lome y le diera por nombre Elias Aguirre, el sumergible que por más de un año había llevado ese nombre pasó a ser denominado Ferré, en homenaje al Teniente Diego Ferré Sosa, fallecido en esa misma acción de armas.
El sumergible Aguirre fue lanzado al río Saone en octubre de 1910 y en enero siguiente, sus baterías recibieron su primera carga iniciando de inmediato pruebas en superficie e inmersión. En abril de 1911 se realizó la carga de las baterías del Palacios, que fue lanzado al mismo río en junio, y poco después ambos sumergibles fueron transportados en una barcaza hasta la desembocadura del Ródano para pasar a la caleta de Saint Mandrier en la rada de Tolón, donde la firma Schneider tenía una estación para pruebas de submarinos y torpedos
La entrega de los sumergibles debió producirse a mediados de 1911, habiéndose contratado ya a un oficial y a varios tripulantes franceses para conformar la Escuela y la Estación de Sumergibles pero, todo parece indicar que la casa constructora se retrasó al darle prioridad al S.C.3 (Delfín) que construía para el gobierno griego. Si bien los comisionados peruanos reclamaron por esa demora, se vieron forzados a esperar, empleando ese tiempo para efectuar más prácticas en los sumergibles y visitar diversas instalaciones navales francesas.
PRUEBAS DEL FERRÉ, 1912.
Navegando en superficie |
Navegando en inmersión |
Entrando en inmersión. |
Saliendo a superficie |
El sumergible Aguirre, luego Ferré 1911. |
Es posible que el 19 de agosto el Aguirre haya izado el pabellón peruano, conforme lo valida la tradición submarinista peruana. En febrero de 1912, pese a los intentos por evitarlo, en Chile se tuvo noticia de la construcción de los submarinos peruanos.
En febrero de 1912, pese a los intentos por evitarlo, en Chile se tuvo noticia de la construcción de los submarinos peruanos. No faltó quienes comentaran que esas unidades, sumadas al acorazado Elias Aguirre y al cazatorpedero Teniente Rodríguez, igualmente adquirido en Francia, eran una fuerza excesiva para nuestras diferencias con Ecuador, y que se trataba más bien de elementos disuasivos para negociar la situación de las provincias cautivas Es probable que la noticia se filtrara a través de un grupo de oficiales bolivianos que visitó los astilleros en diciembre de 1911,cuando aún se trabajaba en el Palacios.
EL KANGOUROU Y LOS VIAJES HACIA EL CALLAO
Unido a la construcción de los primeros submarinos y sumergibles, iba el problema de cómo entregarlos a clientes en ultramar. En nuestro caso, el astillero consideró dos posibilidades: remolcarlos hasta el Callao o construir un buque-dique que los transportara en esa larga travesía. Las dificultades que acarreaba la primera de estas opciones llevaron a los comisionados peruanos a persuadir a la casa Schneider a optar por la segunda alternativa, recomendando además que el gobierno peruano adquiriese luego el buque-dique para emplearlo como estación de sumergibles. Finalmente, en 1910 la casa Schneider decidió construir el buque-dique Kangourou en sus astilleros en la Gironda.
Su construcción tomó algo más de un año, lapso en el cual el Capitán de Navío José Ernesto de Mora asumió el mando dé la comisión naval peruana en Francia, pues había arribado poco antes con otros oficiales para supervisar los trabajos de rehabilitación del crucero acorazado Dupuy de Lome. El Capitán de Fragata Ernesto Caballero y Lastres, quien había presidido la comisión encargada de la construcción de los sumergibles, fue condecorado por el gobierno francés como caballero de la Legión de Honor unos meses antes de embarcarse hacia New York,junto con el Capitán de Corbeta ingeniero Perales, donde supervisarían la construcción de otros submarinos que el gobierno de Leguía había contratado con la Electric Boat, operación que fue cancelada por su sucesor en el gobierno.
Para entonces, ya se encontraba en Francia el Contralmirante Manuel Villavicencio como Jefe de la comisión naval en ese país, pues con la adquisición del cazatorpedero Teniente Rodríguez en mayo de 1912, las funciones de la comisión se habían incrementado. Ese mismo mes zarpó del Callao el transporte Iquitos con varios oficiales para el Elías Aguirre y algunos tripulantes del segundo sumergible y el 12 de junio, arribó a Tolón el Kangouron. Se barajaron entonces varias alternativas, entre ellas que el Teniente Rodríguez viajara junto con el buque-dique, el primero bajo bandera mercante, con comandante y tripulación francesa y con el armamento desmontado o a bordo del Kangourou. Además, el Teniente Althaus, comandante del Ferré, viajaría a bordo del Teniente Rodríguez como representante del gobierno peruano
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El Ferré Ingresando al Kangourou |
Si bien lo sucedido con el Elías Aguirre y el Teniente Rodríguez no es materia de este trabajo, debemos mencionar que el primero nunca llegó al Perú pues sus reparaciones se prolongaron hasta el estallido de la Primera Guerra Mundial, cuando el gobierno peruano decidió venderlo. En el caso del segundo, se dirigió inicialmente a Iquitos y en 1914 pasó al Callao, convirtiéndose en el primer buque de guerra en cruzar el recientemente inaugurado Canal de Panamá. Lo cierto es que en junio de 1912, el Ferré se encontraba listo para ingresar al Kangourou y dirigirse a su destino final,el Callao.
Los preparativos para esta operación duraron casi un mes, ya que debía seguirse el mismo principio que hoy utilizan los buques de desembarco dique, solo que en este caso no había una compuerta en proa sino que había que desmontar parte de ella. Finalmente, el 26 de julio, el Kangourou y su carga zarparon en demanda del Callao, haciendo escala en San Vicente, Buenos Aires y, por mal tiempo, en bahía Real en la zona magallánica, despertando natural curiosidad entre los lugareños. Diez días después de arribar al Callao, el 29 de octubre de 1912 a las seis de la tarde, el Ferré dejó el buque nodriza y se desplazó hasta quedar fondeado entre la cañonera Lima y el crucero Almirante Grau, nave esta última que le pasó líneas de energía eléctrica y de aire comprimido. El corresponsal del diario El Comercio registró así esos hechos:
LOS SUMERGIBLES FERRÉ Y PALACIOS
Libre el Ferré y gobernándose a sí mismo, enderezó su rumbo al centro de la rada, seguido por todas las embarcaciones oficiales y, cortando velozmente las aguas con su aguda proa, cruzó la bahía batiendo al aire la bandera peruana„ en dirección al fondeadero de la escuadra, hasta llegar a una boya cerca del crucero Grau donde se amarró.
Teniente Segundo César Valdivieso y el ingeniero David G. Maurer en el compartimento de motores del Ferré, 1915. |
Como era natural, la llegada de la nave generó expectativas en los limeños y chalacos que visitaban la rada del Callao para convencerse de que estaba en marcha el resurgimiento de nuestra Armada. Algunos comerciantes aprovecharon ese entusiasmo y ya en noviembre de ese año se ofrecían en venta magníficas postales del sumergible en la cigarrería del Portal de Escribanos y en La Habanera, ubicada en la esquina de Mercaderes.
El Kangourou zarpó de regreso a Tolón, y luego que el Palacios concluyó sus pruebas finales, cruzó nuevamente el Atlántico para arribar al Callao a mediados de octubre de 1913. El lanzamiento del segundo de nuestros sumergibles tuvo lugar pocos días después, el lunes 5 de noviembre.
El Ferré y el Palacios llegaron al Perú con dotaciones reducidas, pero pronto se completaron los dieciocho hombres que requerían para su operación. El Teniente Primero Juan Althaus Dartnell y el Teniente Segundo César A. Valdivieso Castro fueron los primeros oficiales del Ferré. En el Palacios esos cargos les correspondieron al Teniente Primero José R. Gálvez Chipoco y al Teniente Segundo Enrique Monge Medrano. En 1914 se agregó un tercer oficial, los Tenientes Segundo Daniel Caballero y Lastres en el Palacios y Jorge Gutiérrez Mirenghi en el Ferré, quienes se habían estado instruyendo en este tipo de unidades desde su arribo.
LA ESCUADRILLA DE SUBMARINOS
Con el arribo del Palacios quedó conformada la escuadrilla submarina peruana, que se adiestró efectuando ejercicios semanales de inmersión y mensuales de navegación hasta Ancón, así como prácticas regulares de lanzamiento de torpedos. La Misión Naval Francesa tuvo particular interés en los sumergibles pues demostraban las capacidades tecnológicas y navales de su país, y su jefe, el Capitán de Fragata Guette, logró que el gobierno peruano contratara al oficial submarinista francés Joseph Alexandre Jean Theron, quien comenzó a servir en la marina peruana en agosto de 1911 con el grado de Capitán de Fragata, teniendo a su cargo la instrucción de las tripulaciones,la comandancia de la Estación de Sumergibles, la jefatura del Servicio de Torpedos y la presidencia de la Junta de Explosivos. En abril de 1913 fue promovido a Capitán de Navío y pasó a ser director de la Escuela Naval. Al no haber arribado aún el Palacios y no haberse construido una estación para los sumergibles, Theron no llegó a ejercer esa comandancia, siendo el primero en hacerlo el Capitán de Fragata Ernesto Caballero y Lastres, bajo cuyo mando fueron puestas ambas naves.
Durante el entrenamiento con los submarinos no faltaron los percances, siendo el más notable el choque del Ferré con la barca Omega ocurrido el 15 de octubre de 1915, debido a una falla de los motores eléctricos del sumergible mientras llevaba a cabo ejercicios de cambios de profundidad. El Ferré sufrió algunos daños y la escotilla quedó trabada, siendo auxiliado por el bote del Chalaco que resguardaba las maniobras. La junta que investigó el caso halló responsable al comandante del submarino, pues la maniobra de cruzar por debajo dé la barca no había sido autorizada por el Comandante de la Estación de Sumergibles.
El 15 de marzo de 1915, El Comercio publicó una crónica completa de una de las prácticas que el Palacios efectuó en Ancón, comentando la curiosidad que despertaba entre la gente y que "varias señoras y señoritas, se constituyeron a bordo del Palacios atraídas por la novedad del espectáculo y no queriendo desperdiciar la brillante oportunidad de conocer de cerca un sumergible...". Describe luego detalladamente la inmersión, la estela que permitía seguir su curso y el ensayo realizado con un torpedo.
Para las prácticas se elaboraron diversos manuales, algunos en base a los franceses y otros elaborados por los oficiales de dotación. Entre estos últimos podemos mencionar dos preparados en 1914 por el Teniente Segundo Valdivieso: uno descriptivo y otro sobre señales para cuando los submarinos "navegan en inmersión y en superficie". El primero de estos manuales fue impreso dos años más tarde bajo el título Los sumergibles Laubeuf tipos S.C.1 y 2 (Lima, Imp. El Progreso Editorial, 1916). El segundo de ellos establecía diversas medidas de segundad y fijaba una zona de ejercicios en la rada del Callao, conteniendo también otras disposiciones como la que señalaba la obligatoriedad de acompañar a los sumergibles en inmersión con un bote donde fuera visible "la bandera de inmersión y a popa, en el lugar correspondiente al pabellón nacional, una bola blanca". Comprensiblemente, la Armada Peruana tenía entonces muy pocas señales aplicables al uso de sumergibles, además de las inteligencias, o bandera de identificación, de cada buque a las que se sumaban unas pocas incluidas en los planes vigentes referidas a los torpedos, sin fijar norma alguna para su navegación.
Entre 1915 y 1919 se dictaron en la Escuela Naval conferencias sobre navegación submarina, minas y torpedos confiando en que eventualmente tales materias pasarían a formar parte de una escuela superior de marina en la que los oficiales se especializarian en determinadas ramas de la actividad naval. En ese contexto, el 1º de febrero de 1916, se fijaron algunas pautas para normalizar la instrucción referida a los submarinos, estableciendo que los oficiales que desearan adquirir esa especialidad fuesen destinados por el Estado Mayor General de Marina a ocho meses de preparación. Parte de la instrucción sería teórica, a cargo del Jefe de la Estación de Sumergibles y otra práctica a cargo de los comandantes de los sumergibles.
Un sumergible navegando con la Escuadra (pintura anómma). |
LA BAJA DE LOS SUMERGIBLES
Las baterías de los sumergibles, esenciales para que contaran con energía en inmersión, debían ser reemplazadas cada anco años. Lamentablemente, debido al estallido de la Primera Guerra Mundial no fue posible cambiarlas, por lo que la vida operacional de las naves se vio muy afectada. Ya en 1916 el comandante del Palacios dejaba entrever tal situación, señalando que operar en esas condiciones podía poner en riesgo tanto a su nave como los hombres que la tripulaban.
Pese a ello,los sumergibles continuaron operando y en 1919, luego de ser sometidos a diversos trabajos en el dique, se estimó conveniente solicitar opiniones técnicas para decidir si se debía invertir más fondos en su mantenimiento y reparación. En 1920, ya con la misión naval norteamericana en funciones, se determinó suspender los ejercicios de inmersión, y en abril del siguiente año una comisión dictaminó que no era recomendable continuar invirtiendo en ellos debido a que, por su tipo y antigüedad, ya no serían útiles. En setiembre de ese año, se dispuso su desarme definitivo, permaneciendo con dotación reducida en la Estación de Sumergibles ubicada en el Apostadero de San Lorenzo hasta junio de 1922.
En fecha posterior, el casco del Ferré fue llevado a Ancón para que sirviera de blanco en los ejercicios de tiro de los hidroaviones y eventualmente se hundió en dicha rada. Se sabe que en octubre de 1926 el comerciante chalaco Horacio Puccio solicitó y obtuvo permiso para reflotarlo. Por otro lado, el Palacios permaneció en San Lorenzo hasta agosto de 1925, cuando fue vendido a la casa comercial Canelo Merani y Cía. por la suma de 150 Libras peruanas. En la autorización de venta se estableció que ese monto fuese destinado a cubrir parte de los gastos de adquisición de los sumergibles que se estaban construyendo en Estados Unidos.
Fuente y Autor
100 años de Fuerza de Submarinos
Armada del Perú
1911 - 2011
Armada del Perú
1911 - 2011
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