Este submarino, cabeza de clase de un total de cuatro (Enrico Toti, Attilio Bagnolini, Enrico Dandolo y Lazzaro Mocenigo), fue consignado a la Marina Militar Italiana el 2 de junio de 1968 y fue el último de su clase en arriar la bandera de guerra el 30 de junio de 1999.
El frío del crudísimo invierno aquel sábado de enero de 2010 calaba hasta los huesos y yo me dirigía a hacer algo de lo más improbable en una ciudad mediterránea y para nada marítima como Milán: visitar un submarino.
Este submarino, cabeza de clase de un total de cuatro (Enrico Toti, Attilio Bagnolini, Enrico Dandolo y Lazzaro Mocenigo), fue consignado a la Marina Militar Italiana el 2 de junio de 1968 y fue el último de su clase en arriar la bandera de guerra el 30 de junio de 1999. El Toti, digno nieto de nuestros Tarantinos, fue el primer submarino construido en Italia luego de la segunda guerra mundial. Con sus escasas 596 toneladas de desplazamiento en inmersión, la clase Toti fue originalmente diseñada como caza submarinos (SSK, “Submarine Submarine Killer” en la antigua denominación de la armada de los Estados Unidos) costero, es decir, para el seguimiento, identificación y eventual destrucción de submarinos soviéticos que pasaran por las aguas italianas, en particular las del estrecho de Sicilia.
El museo en sí es una maravilla para los amantes de la tecnología y la ciencia, con sectores dedicados a diversos temas que van desde la robótica a la nanotecnología pasando por fundiciones de acero y las máquinas de Leonardo. Para los fanáticos de los temas navales es muy impresionante el pabellón “Aeronaval” donde podemos encontrar al bergantín goleta Ebe (buque escuela de la Marina Italiana) de 51,5 m de eslora completo dentro de un edificio, el puente de mando del transatlántico Conte Biancamano, un ejemplar de los legendarios “Siluro a Lenta Corsa” o “maiale”, helicópteros y aviones de todo tipo y época, etc. Pero la joya central del museo es el Toti, el “Cinquecentosei”. Su oscura figura, con sus extraños abultamientos, sú hélice de cinco palas y mástiles contrasta plenamente con la arquitectura monástica que lo rodea.
El traslado de un buque de estas dimensiones desde su ambiente natural, el mar, a una ciudad mediterránea con calles medievales y edificios históricos por donde se mire, fue una de las “misiones” más complejas que tuvo que enfrentar el Toti. En abril de 2001 navega de la base naval de Augusta en Sicilia a Chioggia y de ahí es remolcado por el río Po hasta Cremona. En Cremona se inician los estudios para su transporte a Milán que involucra al Politécnico de Milano. Por tres años se discuten opciones para su traslado con el fin de minimizar el impacto sobre la vida de la ciudad.
Con la vela y otros componentes separados del casco principal, se lo monta en un carretón y el 8 de agosto de 2005 comienza la lenta marcha hacia el museo, donde es instalado en su sitio 15 de agosto de 2005 por la mañana. En el recorrido tuvieron que ser removidos semáforos, carteles, faroles de iluminación, líneas eléctricas, etc. La travesía del Toti por Milán fue seguida por más de 150000 personas, constituyendo un evento sin precedentes en la ciudad.
El submarino, que descansa sobre dos soportes, está literalmente al alcance de la mano. Esta disposición permite observar detalles –algunos inusuales- de toda su estructura exterior:
-Sonar activo sobre la proa, detrás del bulto del mismo se encuentra uno de los componentes del telémetro acústico pasivo (en total son tres por banda) y, aunque no visible, debajo de los tubos lanzatorpedos se ubicaba el sistema de hidrófonos o sonar pasivo.
El número en la vela había sido eliminado en 1993 pero vuelto a pintar para el museo.
-El submarino, pese a no estar en el agua, conserva también los “cincs” o ánodos de sacrificio que lo protegen de la corrosión.
-El buque está pintado con el esquema utilizado actualmente por la Marina Militar Italiana en sus submarinos: gris verdoso (dependiendo de la condición de luz se lo ve más verde o azulado) por encima de la línea de flotación y gris oscuro amarronado por debajo de la misma.
Para acceder al interior del submarino hay que abonar una entrada adicional de 8 euros. Sólo se puede recorrer el submarino con un guía y en grupos de no más de seis personas. La razón es simple: el submarino es minúsculo y se encuentra preservado en las condiciones más cercanas a como lo dejó su ultima tripulación. Para evitar accidentes se le entrega a cada visitante un casco, muy necesario a juzgar por las veces que mi casco golpeó contra diversos objetos durante la visita.
La visita en sí duró casi media hora. Ingresamos al “Toti” por una escalera que da a una abertura lateral practicada en el casco resistente a popa.
Una vez dentro de la sala de máquinas el guía accionó un sistema de sonido con una grabación del ruido de los dos motores diesel Fiat. Por suerte tan ilustrativa como insoportable demostración duró apenas unos segundos. En patrulla sólo un hombre se ocupaba de las máquinas soportando el ruido de los motores mientras recargaban las baterías y temperaturas que podían alcanzar los 50° C con sus más de 1000 CV.
De inmediato se hicieron evidentes las minúsculas dimensiones del buque por el que tuvimos que desplazarnos de a uno y semi-agachados a lo largo de casi todo el recorrido.
El sentido artístico italiano, presente aún en la sala de máquinas de esta unidad de combate, se manifestaba en los nombres pintados sobre ambos motores: Ianuzzu sobre el motor de estribor y Turiddu sobre el de babor, personajes de la ópera “Cavalleria Rusticana”.
Este amor por el arte continúa en el único baño, que está decorado del piso al techo con un cielo estrellado y una luna menguante sobre la mitad inferior y un cielo soleado en la mitad superior.
Este amor por el arte continúa en el único baño, que está decorado del piso al techo con un cielo estrellado y una luna menguante sobre la mitad inferior y un cielo soleado en la mitad superior.
Luego de pasar por el tablero eléctrico de control del motor de propulsión y las pequeñísimas salas de radio y sonar se accede a la sala de comando. Dividida por una mesa de ploteo y el único periscopio, a babor se encuentran las estaciones de radar y computadora de tiro, mientras que a estribor se encuentra el puesto de maniobra con el timón, los controles de los planos de profundidad y de los tanques de lastre.
Las válvulas de accionamiento de los tanques de compensación requerían de una llave especial para ser accionadas (se ve una llave en “Y” colocada sobre una de las válvulas en el piso).
En patrulla un solo hombre podía operar tanto el timón como los planos de profundidad. El manómetro de la derecha llegaba hasta los 300 m, profundidad máxima que el submarino podía alcanzar.
El único periscopio del submarino se encuentra hoy fijo apuntando al campanario de la iglesia de San Vittore.
La computadora de control de tiro de los torpedos A-184 Whitehead se encontraba encendida mostrando en sus pantallas dos blancos simulados siendo seguidos por el sistema.
Apenas saliendo de la sala de comando hacia proa se encuentra la cocina donde estaba terminantemente prohibido el ajo cuyo olor característico algún submarinista desprevenido podría haber confundido con el gas cloro (gas tóxico que puede formarse por hidrólisis del agua de mar en contacto con las baterías) dando así la alarma. Allí se calentaban preferentemente comidas pre-cocidas servidas en platos descartables. Esto era así para minimizar problemas digestivos (tengamos en cuenta que el buque tiene un solo baño…) y por la falta de espacio.
Frente a la cocina se encontraba la “cámara” del comandante, más bien una pequeña cucheta con un escritorio plegable y un mínimo de privacidad.
La sala de torpedos era el espacio más amplio abordo y donde se alojaba y comía toda la tripulación. Los camastros se guardaban deslizándolos hacia adentro como cajones entre las gavetas de los tripulantes y los cuatro torpedos de recarga. La mesa y bancos también se plegaban y guardaban en los laterales. Al frente se encontraban los cuatro tubos de torpedos con lo que el Toti podía cargar un máximo de ocho torpedos: cuatro en los tubos y cuatro almacenados.
Era posible abrir al menos uno de los tubos y ver su interior donde destacaban las guías para el torpedo y el conector del cable de guiado.
En el techo de la sala de torpedos se encuentra la única escotilla de acceso o escape del submarino además de la de la vela. Esta no estaba presente en el diseño original, lo que obligaba a hacer el abastecimiento del buque a través de la vela, y fue agregada posteriormente. Además se agregó un refuerzo externo (llamado la “tortuga”) alrededor de la escotilla para soportar el peso de un vehículo de rescate submarino.
Un detalle interesante y que demuestra el celo en la conservación del buque es que las gavetas de los tripulantes se encuentran tal como fueron dejadas por sus últimos dueños. Así fue como, al abrir una de ellas, me encontré con la foto de una rubia despampanante desnuda y con sus piernas abiertas provocando la reacción rápida del guía que corrió a cerrarla frente a la mirada desconcertada aunque risueña de una señora y su niño. Regañándome, medio en serio medio en broma, me mostró otra gaveta en la que un marinero había dibujado una piadosa cruz al tiempo que me decía: “-Por eso, esta es la que solemos mostrar…”
Fue realmente una experiencia excelente, no sólo por la calidad de las explicaciones del guía y el estado de mantenimiento del buque sino por todos esos detalles que ayudan a entender un poco más la durísima vida en ese pequeño submarino costero. Es interesante destacar que en el caso de grupos escolares se incluye una actividad donde los niños arman un periscopio y un sonar y los prueban en los laboratorios del museo. Una excelente forma de llevar la tecnología submarina a las aulas y de fomentar la idea de que lo militar no debe ser ajeno a la sociedad civil.
Desplazamiento
en superficie: 536 t
En inmersión: 593 t
Eslora: 46 m
Manga: 4,75 m
Profundidad operativa: 150 m
Propulsión:
2 motores diesel FIAT MB 820-N1 da 570 CV cada uno
1 motor electrico de 900 CV
2 baterías de 56 elementos dobles
1 hélice
Velocidad
en superficie: 9,7 nudos
En inmersión: 14 nudos
Autonomia
en superficie: 3.500 n.mi. a 6,5 nudos
en inmersión: 200 mi a 4 nudos
Tripulación: 4 oficiales y 22 suboficiales y marineros
Armamento: 4 tubos lanzatorpedos de 533 mm para torpedos autoguiados Whitehead A184
Links:
Sitio del Submarino Museo Enrico Toti:
Sitio con muchos detalles técnicos sobre la clase Toti:
Enero de 2010. Milán, Italia.
Por: Pablo A. Castro
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