Según un artículo de Le Monde, Australia podría quedarse sin un submarino operativo para 2030, mientras se prepara para recibir ocho submarinos nucleares como parte de la alianza AUKUS con Estados Unidos y el Reino Unido. Sin embargo, la industria naval estadounidense tiene dificultades para reemplazar su propia flota, lo que genera dudas sobre su capacidad para entregar submarinos a Australia. A pesar de estas incertidumbres, AUKUS goza de un amplio apoyo político y popular en Australia, donde se considera un pilar de la relación militar con Estados Unidos.

Australia recibirá varios submarinos nucleares de la clase Virginia.

Cuatro años después de que le cerrara la puerta al  Naval Group para unirse a la alianza AUKUS con Estados Unidos y el Reino Unido, Australia se encuentra en una situación paradójica. En teoría, se beneficiará de una poderosa flota futura de ocho submarinos nucleares. Pero, en realidad, podría no tener ni un solo submarino convencional operativo para 2030. 

Esto es una lástima para el continente insular, donde el 99 % de su comercio depende del mar y cuya flota actual está compuesta por sumergibles que se están agotando tras casi 30 años de una frágil trayectoria. En 2016, Canberra se comprometió con París a comprar doce submarinos convencionales Barracuda, construidos por Naval Group, por 56 000 millones de euros. El «contrato del siglo» pretendía consolidar la alianza estratégica franco-australiana y garantizar al país capacidad de disuasión ante el interés chino en su zona de influencia. 

Pero en septiembre de 2021, el gobierno de Scott Morrison cambió sus planes y se dirigió a Washington y Londres. La idea: dotar a Australia de una flota de ocho submarinos nucleares, incluyendo tres submarinos de clase Virginia suministrados por Estados Unidos para 2032, y posteriormente cinco nuevos modelos SSN-AUKUS, cogestionados con el Reino Unido. Valor de la operación: 208 000 millones de euros en treinta años. 

La Armada estadounidense tiene dificultades para reemplazar su propia flota. Sin embargo, cuatro años después, la estructura se tambalea. En junio de 2025, la administración Trump inició una revisión completa del pacto AUKUS. Oficialmente, el objetivo es evaluar su compatibilidad con la doctrina "América Primero". 

Extraoficialmente, muchos funcionarios del Pentágono señalan la incapacidad de la industria naval estadounidense para cumplir con los pedidos de su propia flota. Los astilleros Newport News y Electric Boat producen apenas la mitad de los submarinos Virginia planificados anualmente para la Armada estadounidense. En estas condiciones, ¿cómo se pueden entregar barcos a Canberra?

El escepticismo crece en Washington. Recientemente, el subsecretario de Defensa, Elbridge Colby, calificó de "insensato" reducir el número de submarinos disponibles para la Armada estadounidense en un momento en que las tensiones sobre Taiwán podrían intensificarse. Miembros del Congreso incluso sugieren que Australia utilice sus recursos presupuestarios para desarrollar otras capacidades militares en lugar de aferrarse a un pacto frágil.

La sombra del "plan B"

En Canberra, la perspectiva de una retirada estadounidense genera inquietud y vergüenza. Oficialmente, el gobierno de Anthony Albanese reafirma su confianza en AUKUS y se niega a mencionar un "plan B". Pero entre bastidores, expolíticos y expertos advierten de una precipitada retirada. Malcolm Turnbull, ex primer ministro liberal, calificó de "irresponsable" no anticipar el posible fracaso del acuerdo, según Le Monde. 

Algunos estrategas abogan abiertamente por la vuelta de Francia al juego. La Presse de la Manche indica que el ex contralmirante Peter Briggs, en una destacada columna, propuso a Australia la compra inmediata de doce submarinos de la clase Suffren, considerados más adecuados para sus necesidades y con mayor disponibilidad. Incluso imagina una construcción parcial en Francia, en los astilleros de Cherburgo, para paliar la emergencia.

 La hipótesis sigue siendo muy especulativa, pero refleja el alcance de las dudas. Lo cierto es que, a pesar de la incertidumbre, AUKUS mantiene un fuerte apoyo político y popular: el 67 % de los australianos se mantiene a favor, según una encuesta del Instituto Lowy. La mayoría laborista y la oposición liberal-conservadora lo convierten en un pilar de la relación militar con Estados Unidos, incluso si eso implica ignorar las deficiencias industriales del proyecto. Pero más que el valor militar de los submarinos, es su peso simbólico lo que exige a los líderes actuar con cautela. 

Para Canberra, cuestionar el AUKUS equivaldría a debilitar la relación privilegiada con Washington, considerada la garantía definitiva contra el poder chino. Pero en Estados Unidos, la administración Trump espera que los australianos se comprometan a participar en un posible conflicto en caso de una escalada en la región. Anthony Albanese se niega, insistiendo en la soberanía nacional.

Así pues, a falta de algo mejor e incluso sin un calendario preciso, Canberra sigue cumpliendo con sus pagos —casi 900 millones de euros este año— para apoyar a la industria naval estadounidense. Una actitud que quizás pese en la mente de Donald Trump, quien tiene en sus manos el futuro de la fuerza submarina australiana.

Fuente:
(26:08:2025). Défense : Après avoir éconduit la France, l'Australie pourrait être lâchée par les Etats-Unis .... usinenouvelle.com. https://www.usinenouvelle.com/article/defense-apres-avoir-econduit-la-france-l-australie-pourrait-etre-lachee-par-les-etats-unis-et-se-retrouver-sans-sous-marin-en-2030.N2236490