Alfaro fue un tripulante del submarino Santa Fe. Este trabajo se realiza con el objetivo de que los lectores puedan apreciar no solo la parte histórica de la guerra si no el acercamiento más directo y personal de cómo se vivía en carne propia dicha situación. En el informe podrán encontrarse distintas emociones.
Argentinos prisiones en Georgias del Sur |
Alfaro fue un tripulante del submarino Santa Fe. Este trabajo se realiza con el objetivo de que los lectores puedan apreciar no solo la parte histórica de la guerra si no el acercamiento más directo y personal de cómo se vivía en carne propia dicha situación. En el informe podrán encontrarse distintas emociones.
Introducción
El conflicto bélico del Atlántico Sur de 1982 enfrentó a nuestro país con Gran Bretaña por la posesión de las islas Malvinas, Georgias y Sándwich del Sur. La recuperación de esas islas por nuestro país duro 74 días.
El 2 de abril de ese año los argentinos amanecieron con la noticia del desembarco en las islas Malvinas (en manos británicas desde 1833). El país llevaba seis años bajo el gobierno militar , cuestionado en forma creciente tanto por su política económica como por las violaciones a los derechos humanos se ponía al frente de una reivindicación que tenía un fuerte respaldo popular, que lo tendría durante la guerra, y que sería deslegitimada con posterioridad a la derrota .
Luego de la rendición, en la Argentina se comenzó con un proceso de “desmalvinización” por parte del gobierno, cuyo objetivo era olvidar rápidamente todo lo sucedido en la Guerra de Malvinas. Como consecuencia de esto muchos excombatientes fueron olvidados, al igual que sus historias vividas durante la guerra. Una de las tantas historias olvidadas es la de Isidoro Francisco Alfaro.
El objetivo de este trabajo es rescatar esta historia “olvidada”. Alfaro es un ex-submarinista que sirvió en la guerra de Malvinas, habiendo estado anteriormente quince años en la Marina, de esta manera tenia conocimientos previos y estaba entrenado para poder combatir. Se relatara detalladamente sus vivencias y conflictos dentro y fuera del submarino, ya que fue tomado prisionero en un buque inglés.
Este estudio gira alrededor de las siguientes preguntas:
• ¿Cómo recuerda la navegación en las distintas misiones que fue protagonista?
• ¿Cuáles fueron sus experiencias siendo prisionero?
• ¿Cómo fue su retorno hacia la Argentina?
El submarino Santa Fe, participó en la Segunda Guerra Mundial para la Armada estadounidense donde sirvió durante la guerra de Corea, hasta que fue cedida en el año 1971 a la Argentina. El Santa Fe, es un submarino creado en 1945 de clase: original “Flota Balao”, sumergible-conversión proyecto G.U.P.P.Y (G: Great U: Underwather P: Propulsion P: Power Y:Fonetica) con snorkel, al poseer este, se convierte en submarino, fue construido en Astillero, Electric Boat, Estados Unidos. Es un S-21, ex USS catfish, (G.U.P.P.Y II) y arribo en nuestro pais el 13 de septiembre de 1971, la eslora mide 93,70, la puntual 13,80, la manga 8,20 y el calado 5,20. Su desplazamiento por superficie es de 1870 Tn y en inmersión es de 2440 Tn. Su armamento incluía 10 tubos lanzatorpedos, con capacidad de 24 torpedos, MK -14 -antisuperficie- MK 37 – antisubmarino- Poseía una tripulación de 78 hombres y unos motores diesel GM total 4800 hp, tenía una velocidad de 18 nudos en superficie y 15/17 nudos en inmersión y un radio de acción de 12500 millas.
En nuestra Armada sirvió hasta el año 1982 cuando sufrió el ataque ingles en la bahía Cumberland, en las Georgias del Sur. Fue protagonista de la “Operación Rosario”, que permitió la recuperación transitoria de nuestras Malvinas. En dicha operación trasladó trece buzos tácticos a las islas. El Santa Fe se convertiría en el primer buque en abrir camino al resto de las unidades, allí comenzarían a tener fallas eléctricas que los dejo sin radio, finalmente se desatan conflictos que desarrollaran a lo largo de este informe.
Esta investigación introductoria, se enmarca en un proceso de investigación mayor y grupal denominado bajo las siglas GIHOR (Grupo de Investigación de Historia oral y regional), integrado por docentes, estudiantes y graduados del Instituto Jesús Obrero, nivel secundario. El grupo se inicia en el año 2012 a partir de la inquietud de investigar en el ámbito de la escuela secundaria hechos de la historia reciente de nuestro país, más específicamente de la “Cuestión Malvinas”.
Los comienzos de una guerra jamás imaginada
En el mes de marzo, antes de que se declarara la guerra de Malvinas, en la Marina, se decretó una operación militar secreta, el almirante de la Armada dio la orden, en el texto del historiador Luis Alberto Romero se detalla:
“Ya en 1977, la Marina había planteado la propuesta de ocupar las islas, vetada por Videla y Viola, que retomó apenas Galtieri. La idea era sencilla y atractiva...
...En ninguna de las hipótesis entraba la posibilidad de una guerra”
En marzo de 1982, se le informó al Comandante, y más tarde a la tripulación, quienes zarparían en el submarino Santa Fe y juntos abordarían una anecdótica travesía. Entre ellos estaba Francisco Alfaro, un submarinista, que había dedicado su vida entera a prepararse para asistir a una guerra y luchar por su país.
El buque zarpó el 27 de marzo de 1982 rumbo a las islas Malvinas, alrededor de las dos de la tarde. Alfaro, al no saber aún el destino de la operación, recuerda que junto a sus compañeros suponían que el objetivo podría ser Chile, ya que él había estado en algunos operativos en la pre-guerra con este país, recuerda sentirse preparado para la guerra, que ya era un profesional y detalla:
“Ya hacía quince años que estaba en la Marina, y de submarinista doce, y navegando diez, entonces estábamos preparados, teníamos adiestramiento constantemente, no era algo improvisto”
Pero cuando realmente supieron que irían a las islas Malvinas fue ese mismo 2 de abril a las dos y media de la mañana, mientras tanto desde tierra se vivía de otra forma ya que otros grupos estaban desembarcando allí mismo por la soberanía de las islas. Jose Luis Romero, lo contextualiza de la siguiente manera:
“El 2 de abril de 1982 tropas argentinas desembarcaron en las islas y las ocuparon.
“Trasladaron a las islas una enorme cantidad de soldados, mal entrenados, escasamente pertrechados, sin posibilidades de abastecerlos y con jefes que carecían de ideas acerca de cómo defender lo conquistado.”
Alfaro junto con sus compañeros estaba realizando el operativo de desembarco, tenían la misión de marcar un sector de la playa donde posteriormente desembarcaría el resto de la tropa. En el submarino que zarparon se incluyeron trece buzos tácticos que luego desembarcarían.
Previamente cambiaron el lugar de desembarco ante la evidencia que había soldados ingleses esperándolos, Francisco rememora:
“Después como el comandante había visto por el periscopio que había muchas luces, fue todo sigiloso, todo oscuro, no hay ruido, nada, nosotros fuimos en el trayecto en la superficie lo hicimos con motores eléctricos, no había ruido, nada, ahí bajaron los buzos, una vez que bajaron ellos se dirigieron al lugar donde tenían que ir, no bajaron ahí en el Faro San Felipe sino en otro sector que no había nadie y realmente fue un éxito, fue una travesía”
Finalmente el 2 de abril se cumplió con el objetivo de recuperar las Malvinas. De allí regresaron a Mar del Plata, donde una nueva misión los aguardaba. El 9 de abril zarparon hacia las islas Georgias, y la recuerda como una travesía difícil porque tuvieron que completarla navegando en la superficie, ya que esos submarinos desarrollaban la máxima velocidad de ese modo. El 24 de abril llegaron a la boca de la bahía Cumberland, su misión era dejar soldados allí, que eran todos técnicos militares, electricistas, radiotelegrafistas y mecánicos, ya que en ese sector se encontraba una base científica. Jorge Bóveda describe el momento de la aproximación de la siguiente manera:
“La aproximación de la isla San Pedro la realizamos en inmersión desde el norte a muy baja velocidad pues cabía suponer que había submarinos enemigos en el área”
Los tripulantes del Santa Fe habían logrado burlar todos los bloqueos de los buques ingleses, pero luego, un helicóptero los interceptó y se los transmitió al buque ingles, que comenzó a bombardearlos. El comandante quiso encallar al enemigo ya que un misil había roto gran parte de la popa y allí fue cuando comenzó a salir aceite y gasoil de los tanques, en ese momento fue cuando emprendieron el regreso a la bahía Cumberland, donde también sufrieron un ataque, y como el buque casi no tenía propulsión debido a la averia, el personal del submarino salió a cubierta a repeler el ataque con fusiles y ametralladoras, pero como era de noche y los ingleses no sabían que arma tenían, comenzaron a replegarse, pero luego recuerda que:
“...llegó un momento que hubo un misil que tiro uno de los helicopteristas y en la torreta que era unas ventanas digamos, que estaban abiertas porque ahí se tiraba hacia los helicópteros, pasa un misil, no le pega a ninguno pero la aleta del misil, hay una escalera que es donde el cierre de aprovisionamiento de munición, hay una escalera de acero que estaba ahí, corta la escalera y había un compañero mío que estaba con una pierna levantada y la otra estirada y la escalera le corto la pierna”
El submarino es atacado por el enemigo, en principio con dos bombas de profundidad, que cayeron próximas a la banda de estribor, a consecuencia de los daños comenzó a indicar una escora, el entonces cabo principal H.O Felman estableció un grupo de tiradores en la vela y una cadena de abastecimiento para repeler los ataques, otros helicópteros se sumaron al ataque resultando heridos tres tripulantes. Uno de ellos de gravedad, en el momento que la vela es atravesada por un misil. El cabo segundo Macias pierde una pierna. El submarino con la idea de buscar protección antiaéreo, invirtió el rumbo hacia Grytviken, durante el trayecto fue hostigado permanentemente por varios helicópteros, que lograron impactos de ametralladoras, a las 06.50 horas ingreso a la caleta Capitán Vago, hostigado aún durante la maniobra de atraque y desembargo del personal en el muelle.”
Se toma la decisión y se da la orden de desembarcar, ya que el buque comenzaba a hundirse, la tripulación del Santa Fe se quedó en tierra en una parte extensa de la isla donde repelían el ataque enemigo, hasta aquel momento en que dieron la orden de rendirse. Entonces, los llevaron a un sector muy reducido, siendo ellos, ciento cincuenta personas, quienes tenían que estar allí obligadamente entre tres y cuatro horas en cuclillas, y luego, los sacaban a la intemperie con aproximadamente diecisiete grados bajo cero, durante dos horas, esta secuencia se repetía durante gran parte del día, al cabo de una semana, y cuenta:
“Lo que hacen ellos una vez que tienen los prisioneros de guerra es tratar de, primero reducen la cantidad de comida, al faltar la comida, mas la tensión que tenes, reducen el poder del mismo organismo, te vas deshidratando, te vas debilitando y ellos aíslan al que manda del resto de la tropa, digamos, de los soldados, ¿Por qué hacen eso? Porque de esa forma ellos evitan que haya un complot contra ellos mismos”
Luego, los ingleses dieron la orden de quitar el submarino ya que interfería con las maniobras que ellos querían hacer, de esta manera el comandante decidió elegir siete tripulantes para quitarlo, entonces, fue allí cuando el suboficial Artuso accionó unas palancas y un soldado ingles, creyendo que estaba hundiendo el submarino, dio la orden de acribillarlo, rememora que:
“… la única comunicación que había y el único que sabia ingles era el comandante que estaba con el otro comandante ingles, entonces ahí le avisa un tripulante al comandante que habían herido de muerte al suboficial Artuso y el le transmite al ingles, bueno, van ahí todas las disculpas que se yo, todo profesional, salen de ahí, hacen todas las ceremonia de entierro, el quedo enterrado ahí con todos los honores correspondientes pero lógico fue un accidente”
Luego caen prisioneros, y los llevan a un buque reformado únicamente para contener prisioneros, originariamente proveniente de la India. Para alimentarlos les bajaban un tacho de 200 litros con comida para todos y hacían una fila para recoger sus alimentos desde el comandante hasta el último tripulante, los despertaban todos los días para que hicieran ejercicio a las ocho de la mañana, y también había dos baños que tenían tachos con gasoil dentro, que debían sacar a cubierta y de ahí al mar, recuerda:
“y ahí aprendes un montón de cosas de saber compartir y de las miserias de cada uno, pero esas son cosas normales de toda guerra”
Alfaro, resalta haber querido asistir a la guerra a pesar de que tenía un hijo de seis meses y su esposa estaba embarazada y pese a las exigencias de su familia, allí hace una pausa y agrega:
“ir a la guerra y quedarse lo hacen muchos, bueno cuando estábamos prisioneros dentro de la bodega había un montón de problemas porque después del primer día, segundo día, todo bien, estamos todos amontonados acá, nos saludamos, pero a partir del quinto día ya te miro a vos y no te quiero ni ver”
“han pasado de todas cosas, hubo no peleas grandes, hubo discusiones, todo porque cada uno que era soltero digamos mayormente creemos no tiene problema, porque sabe la madre donde la tiene, donde vive, los hermanos, lo que sea, cada uno tiene su problema y el que es casado, era muy poco tiempo que hacia que había pasado que tenia un bebe, pero así como yo había un montón de gente que tenia un montón de problemas”
Pasadas dos semanas, llevan a la tripulación a la isla Ascensión.
“Una isla americana que se les dio a los ingleses para que hicieran los aprovisionamientos”
Recuerda con tristeza:
“El hecho de caer prisionero para mí fue lo peor y el tiempo que estuvimos, mucho tiempo, y las miserias que tenías, que uno se ve y del par de uno, eso es lo que me indigno a mi más, después si las bombas que caían, los torpedos que tiraron, los misiles porque yo sabía que venían sin nombre y apellido como le pegaron a Artuso me lo podrían haber pegado a mí, eso no ya te digo la otra parte en si nos llevan y pasamos los dos extremos del frio, al calor y del calor a la miseria en sí que no nos daban absolutamente nada”
Después los llevo un avión de la cruz roja a Montevideo, de ahí a Buenos Aires en un buque y por último a Mar del Plata.
Cuando la guerra finalizó, el submarino había quedado hundido en Grytviken, los ingleses lo quisieron sacar para llevárselo como trofeo de guerra, en el año 1985 lo refaccionaron, limpiaron y sacaron a flote. Finalmente, cuando intentaron salir de la bahía se les dio vuelta campana y se les hundió nuevamente, este se encuentra actualmente a 190 metros bajo el mar a la salida de la bahía Cumberland.
Al llegar a la isla Ascensión, recuerda que:
“...nos bajan nos meten en un contenedor, te meten un número, te sacan una foto y te mandan en avión y así cada uno de los que estuvimos ahí, después, llegamos a Montevideo fuimos a un buque y lo que corresponde es que cuando llega al buque un prisionero de guerra después de haber estado tan tiempo es una revisación completa, estudios psicológicos para ver como estabas porque no todos tienen el mismo comportamiento ni todos tienen las mismas reacciones, para mí ya te digo lo peor fue haber caído prisionero”
Alfaro reconoce que la gente se interesa por los excombatientes pero ellos siempre han esperado más y que el sacrificio de servir a la nación no fue en vano.
Esta historia tan anecdótica y llena de sentimientos nos deja revelados todos los valores de los excombatientes argentinos fallecidos en la guerra, ya que ellos han sabido luchar por su patria con honor y valentía y aquellos que volvieron como Alfaro recuerdan el llamado al deber y lo que significó para ellos. Recordaremos una anécdota.
“voy a la casa de mis suegros, nosotros teníamos la costumbre cada vez que yo zarpaba mi señora se iba con el chico a la casa de la madre, entonces cuando llego a la casa de mi suegro me dice: ¿y te vas a ir Francisco? Y le digo: y si, ¿cómo no voy a ir? Si me prepare para esto, no, no vayas quebrate una pata me dice”
y sin embargo fue...
De esta forma nosotras lo podemos considerar un acto heroico debido a que pese que dejaba en su país de origen a su esposa y a su hijo de seis meses él deseó luchar por el amor a la Argentina ya que él tomaba su profesión como un deber. Haber caído prisionero lo podemos tomar como una guerra después de la guerra ya que aquí es cuando los han humillado y les han arrebatado parte de su honor.
El Santa Fe ha sido reformado al terminar la guerra por los ingleses para trasladarlo como trofeo de guerra, pero inevitablemente este se ha hundido, en la actualidad todavía se encuentra bajo mar allí, reposando como recuerdo de quienes lucharon por su país, Argentina, y dieron su vida, para recordar a Artuso que murió aquí y todos aquellos que presenciaron estos hechos desde el océano.
Finalmente, a nosotras nos causa admiración por todas las vivencias que le han tocado vivir, indignación por la crueldad de los actos realizados por los ingleses, y un profundo respeto por aquellos ciudadanos argentinos que han combatido por nuestra tierra. Por último queremos resaltar el rol que ha jugado Mar del Plata ya que de esta ciudad han zarpado varios submarinos que fueron muy importantes durante la guerra, como es el caso del submarino Santa Fe
Autoras: Palomba Mariel y Peralta Aylén Alumnas de 6to Año Instituto Jesús Obrero (Mar del Plata). |
"Isidoro Francisco Alfaro: el último viaje del submarino Santa Fe"
Pertenencia Institucional: Grupo de Investigación GIHOR.
Instituto Jesús Obrero (Mar del Plata).
Instituto Jesús Obrero (Mar del Plata).
Dirección electrónica: mariel.palomba#hotmail.com ; aylu1998#live.com.ar
Presentado:
XXVI CONGRESO DE HISTORIA REGIONAL
XXVI CONGRESO DE HISTORIA REGIONAL
"Jorge Ignacio Dimitriadis"
Gabinete Marplatense de Estudios Históricos Regionales.
14 al 18 DE SEPTIEMBRE DE 2015
Centro Vasco”Denak Bat”
Bibliografía
A. Entrevistas:
Francisco Alfaro. Veterano de Guerra. Formó parte de la tripulación del submarino Santa Fe. Entrevista realizada en Junio de 2015.
B. Documentos e informes
Informe Rattenbach, El drama de Malvinas, Espartaco, Buenos Aires, 1988.
C. Libros
Bóveda, Jorge, Malvinas La odiosea del submarino Santa Fe, Buenos Aires, Instituto de Publicaciones Navales, 2007.
Burzaco, Ricardo, Submarinos de la Armada Argentina (1933-2000), Eugenio B Ediciones, 2000.
Camogli, Pablo, Batallas de Malvinas, Buenos Aires, Aguilar, 2007
Moro, Rubén, La guerra inaudita, Buenos Aires, Edivern, 2002 (11 Edición)
Romero, Luís Alberto, Breve historia contemporánea de la Argentina, FCE, Buenos Aires, 2001.
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