En numerosas ocasiones a lo largo de la historia, los submarinistas han sido injustamente considerados como seres despiadados, insaciables asesinos y cobardes que luchaban escondidos acechando como piratas.
En numerosas ocasiones a lo largo de la historia, los submarinistas han sido injustamente considerados como seres despiadados, insaciables asesinos y cobardes que luchaban escondidos acechando como piratas.
En numerosas ocasiones a lo largo de la historia, los submarinistas han sido injustamente considerados como seres despiadados, insaciables asesinos y cobardes que luchaban escondidos acechando como piratas. (fue precisamente este último calificativo, el que motivó al gran Max Horton a izar la bandera de la calavera y las tibias al regreso de su primera patrulla de éxito, tradición que se conserva aún hoy). Es cierto que en contadas ocasiones han existido personajes, que a bordo de submarinos, han cometido actos salvajes como el ametrallamiento de náufragos, embestidas a botes salvavidas etc. Sin embargo, han sido muchos más los que han demostrado el verdadero talante de los submarinistas, hombres valientes que no dudan en afrontar las más peligrosas misiones, profesionales con unos ideales humanitarios muy fuertes capaces de arriesgar su seguridad para evitar muertes innecesarias una vez cumplida su, en ocasiones, amarga misión. Entre este último y numeroso grupo, hay un nombre que sobresale de la lista. Henrich von Nostitz und Jänckendorff comandante del U-kreuzer U 151. En las siguientes líneas resumiremos brevemente su caballeresca actuación durante la Primera Guerra Mundial.
En el año 1918 la Kaiserliche Marine (armada imperial alemana) comenzó a poner en juego una considerable cantidad de los llamados U-Kreuzer (cruceros submarinos) submarinos de gran porte y autonomía capaces de extender la guerra a lugares tan alejados de Europa como el medio Atlántico, las costas de África y las tan alejadas costas de Norte América. Al igual que sucedería en la Segunda Guerra Mundial con el proyecto del tipo XXI, estos grandes submarinos serían comandados por los capitanes más experimentados y exitosos. Kophamel, Valentiner, von Arnauld entre otros.
El U 151 no fue concebido como U-Kreuzer sino que fue una reconversión de uno de los famosos submarinos cargueros gemelo del Deutschland, el Oldemburg. Esta transformación no era adecuada y sin embargo obtuvo grandes resultados como veremos.
Henrich von Nostitz zarpó de Kiel el 14 de abril de 1918 y sus ordenes atacar por primera vez el tráfico mercante en la costa este de Estados Unidos. A bordo se cargaron víveres para cinco meses.
Gracias a la niebla reinante en el mar del Norte pudo burlar el bloqueo británico navegando en superficie. Durante su paso por las Azores atacó sin éxito a dos barcos, lo cual parecía ser el presagio de una patrulla decepcionante. El 21 de mayo el U 151 comenzaba su campaña americana sembrando un campo de minas en la Bahía de Chesapeake. De nuevo aquí se produce una similitud con lo que sucedería en la IIGM, pues el servicio de inteligencia británico había advertido a sus aliados de la presencia en sus aguas de un gran submarino alemán y de igual manera este aviso fue desoído tal y como pudo constatar con gran alivio la dotación del U 151 al escuchar las emisiones de la estación de Arlington Virginia anunciando la ausencia de submarinos enemigos en la zona.
El lugar estaba tan transitado que Nostitz decidió alejarse de la costa para así poder enfrentarse a sus victimas una por una.
Pronto comenzaría su primer ataque cuando divisaron a la fragata mercante Hattie Dunn. Después de la acostumbrada intimidación, el velero se detuvo y comenzó la tantas veces repetida maniobra de enviar a bordo algunos hombres (trozo de presa) con la intención de registrar la mercancía y hundir la nave si esto procedía. Apenas había salido el trozo de presa cuando por el horizonte apareció la goleta Hauppage momento que la Hattie Dunn aprovecharía para intentar huir, a lo que Nostitz respondió con varios cañonazos que hicieron a la tripulación del velero deponer su actitud. Estos apresamientos proporcionarían al U 151 alimentos frescos y gran cantidad de documentación muy útil para la navegación en este nuevo sector. En un corto espacio de tiempo fue destruida la también goleta Edna.
Los 26 tripulantes que componían las dotaciones de los tres veleros, fueron llevados a bordo del submarino como prisioneros, con la intención de conservar por más tiempo el factor sorpresa. Para los teutones fue muy sorprendente encontrarse que la tripulación del Edna estuviese compuesta por personas de color. Además de esta singularidad, se dio la coincidencia de que los capitanes de esta y de la Hattie Dunn eran amigos de la infancia y hacía 30 años que no se veían. Pronto comenzaron las relaciones entre tripulación y prisioneros, comprobando los americanos que la prensa mentía al calificar a los alemanes de bárbaros.
Nostitz regresó a Delaware para terminar el fondeo de minas y de nuevo puso rumbo mar adentro en medio de una densa niebla, utilizando con sangre fría su propia sirena para abriese paso por la principal ruta marítima.
El 28 de mayo comenzó a realizar otra de sus misiones, que consistía en el corte de los cables submarinos que salían de Nueva York. No sin esfuerzo logró cortar los que salían hacia Nueva Escocia y Colón Panamá labor que les ocuparía 3 días. Tal y como recuerda el teniente Frederick Körneer “avistamos por primera vez las luces de Brodway, el gran resplandor que flota sobre Nueva York después del anochecer. El esplendor de la metrópoli occidental nos llenó con una inquieta añoranza. Se nos ocurrió la idea descabellada de entrar a hurtadillas por el puerto y subir por el Hudson, de desembarcar en algún lugar oscuro y tomarnos una noche libre en Brodway. Fire Island Beach también fue una gran tentación, con sus bonitas casas, su larga playa y su blanca espuma. Pero allí nadie nos daría la bienvenida.”
Realizada esta trabajosa labor, Nostitz pensó en poner rumbo a Nueva Inglaterra, pero los capitanes de los barcos apresados, que aún seguían a bordo, desaconsejaron esta zona por las nieblas reinantes en esa época. Esta colaboración demuestra que pese a estar prisioneros, el trato no debió ser malo en absoluto. La comida era la misma que para la dotación y los entretuvieron con discos americanos de fonógrafo que los alemanes habían traído para su propia diversión, pese a ello, la vida a bordo no resultaba agradable , pues las prolongadas inmersiones y las alarmas no eran algo a lo que se acostumbre uno fácilmente. Uno de los capitanes apresados les dijo a los submarinistas que había navegado por los mares durante muchos años, pero que la vida en el submarino era demasiado para él.
De regreso a Delaware el submarino detuvo a la goleta Isabel B. Willey y cuando procedían al abordaje entró en escena el vapor Winneconne al que el U 151 se dirigió de inmediato. Intimidado por un proyectil de aviso, el vapor se dirigió dócilmente a reunirse con la goleta. La ocasión no podía ser mas propicia y Nostitz la aprovechó para liberar a sus prisioneros, los cuales se despidieron de sus “camaradas” con la promesa de relatar el buen trato recibido y la historia demostraría que fueron fieles a su palabra.
Antes de terminar con la Isabel B. Willey, fue apresada la de la misma clasificación Jacob M. Haskell. La dotación fue puesta a salvo en los botes salvavidas y los alemanes les indicaron el rumbo a la costa más cercana, tras lo cual, ambas embarcaciones fueron hundidas.
La tarde de ese día sería igual de propicia y del mismo modo fue abordada y hundida la goleta Edward H. Cole dejando a sus tripulantes a salvo en los botes. Mas tarde, fue hundido el vapor Texel y poco después le tocaría el turno al vapor de pasajeros SS Carolina de 5093 toneladas, a bordo del cual cundió el pánico, pues el pasaje no respondió con la prestancia que mostraban los marineros de profesión. La situación fue controlada con la colaboración entre los alemanes y la dotación del SS Carolina consiguiendo la evacuación sin pérdida de vidas. El capitán del Carolina T.R.D. Barbour recuerda: “uno de los oficiales alemanes se dirigió a sus victimas americanas en un inglés impecable “¿han salido todos del barco? Gritó por un megáfono, voy a bombardearlo” cuando le informaron que si, añadió “diríjanse hacia la costa”.
Al terminar el día había 448 personas bamboleándose en sus botes salvavidas en las cercanías de la costa de Nueva Jersey, sin que de momento ninguna persona hubiese perdido la vida. Lamentablemente 13 personas perderían la vida al volcar uno de los botes debido a una fuerte tormenta.
Los testimonios de los supervivientes delataron la actividad del gran submarino y desataron una cierta psicosis pues se informaba de avistamientos de submarinos en zonas alejadas de la que en realidad se encontraba Nostitz.
Entre los relatos de los náufragos destaca el realizado por uno de los capitanes en el que comentaba como fue el abordaje: “El oficial alemán subió al puente y extendió la mano. Ciertamente era una forma peculiar de capturar un barco, pero parecía amigable y yo se la estreche. Aunque aún me aguardaban algunas sorpresas cuando comentó en un excelente inglés: “siento hacerle esto, capitán, pero así es la guerra. Saque a sus hombres lo más rápidamente que le sea posible. Vamos a hundir su barco”. Parecía disculparse por capturarme y me dio la impresión de que estaba avergonzado de haber tomado solo un carguero pequeño en vez de un transporte”.
Tras estos testimonios por fín América adoptaría medidas de guerra en sus costas.
Al anochecer del 3 de junio, se detuvo a la goleta Samuel G. Megel y al día siguiente le toco a la Edward R. Baird. Esa misma noche y tras haber eludido a dos destructores el submarino atacó y hundió al carguero Eidsvold. Tras lo cual se puso rumbo sur donde se detendría a un ballenero, al cual Nostitz dejaría libre por las súplicas de su capitán.
El 5 de junio se avistó al vapor artillado Harpathian lo que obligó a Nostitz a utilizar sus torpedos. Aún así, cuando el barco se hundía el U 151 salió a superficie y entregó agua y víveres a los náufragos, así mismo el médico del submarino atendió a un marinero herido.
El día 6 le tocaría el turno al vapor Vinland y al Vindeggen, este transportaba algo valioso para los alemanes (cobre). Decidido a trasbordar la valiosa carga y encontrándose la mar en malas condiciones, el barco fue obligado a dirigirse mar adentro. En el viaje el U 151 hundiría al Pinar del Río, otro vapor que tuvo la mala fortuna de tropezarse con nuestro protagonista. Cuando las condiciones fueron favorables, se cargó el cobre en el submarino. Entre la dotación del Vindeggen se encontraba la esposa del contramaestre con su hija Eva de 2 años. Nostitz decidió que estas pasasen al submarino, pues dejarlas en un bote salvavidas no hubiese encajado con su personalidad. El Vindeggen fue echado a pique con la bandera noruega ondeando en lo más alto por deseo de su capitán. La señora Ugland y su hija se acomodaron en el camarote de Nostitz y el resto de la tripulación ya en los botes salvavidas, fueron remolcados por el submarino pues la distancia a la costa era excesiva.
La pequeña Eva se convirtió en el centro de atención de los submarinistas. El cocinero preparó tartas, caramelos y platos de frutas enlatadas y crema batida especialmente para ella. Los marineros les daban las exquisiteces a la niña con incesante deleite.
Para alegrar a todo el mundo mientras el submarino se dirigía a tierra, remolcando los botes salvavidas, la tripulación del U 151 salía a cubierta y cantaba viejas canciones al acompañamiento de una guitarra y una mandolina.
En el camino se toparon con el también noruego Heinrich Lund al que también hundieron. El capitán de este llevó al submarino unas botellas de champagne y cerveza además de algunos periódicos en los que se relataban las andanzas del submarino. Los botes fueron amarrados al submarino y todos juntos prosiguieron rumbo a la costa.
Esa misma noche, apareció en escena una patrullera, momento que Nostitz aprovechó para liberar a los botes en los que acomodó a la señora del contramaestre y su hija cerciorándose de que estos eran recogidos por el barco, tras lo cual el U 151 abandonó el lugar sigilosamente.
A mediados de junio el comandante Nostitz decidió que debían regresar a Alemania. De camino a casa se avistó al Samoa al cual se detuvo y se procedió al envío del trozo de presa, momento en el que apareció en el horizonte un destructor que no se percató de la presencia de los alemanes. Esta vez los tripulantes del Samoa no podrían ser remolcados y además la distancia a la costa era demasiada, así que Nostitz se enfrentaba a la idea de abandonar a su suerte a estas victimas de la Guerra. Su caballerosidad chocaba de lleno con esta idea, de manera que aún a riesgo de su propia seguridad, contactó con la estación de radio americana más cercana dando la posición de los botes del Samoa.
La siguiente presa del U 151, no sería fácil de cazar, puesto que el velero noruego Kringsia emprendió la huida, comenzando una inusual regata que duraría 3 horas, tras las cuales los cañones del U- Kreuzer pusieron fin a la carrera.
Varios días después Nostitz se topó con la mayor de sus presas, un buque de transporte de tropas de 8173 toneladas que se viajaba de vacío, de nombre Dvinsk, al que hundió con un torpedo. Después de salir a superficie se avistó otro transporte al que se atacó esta vez sin éxito, lo que motivo un duro contraataque con cargas que llevaron al submarino a una situación límite, teniéndose que emerger de manera descontrolada para evitar la perdida del navío. A bordo se esperaba un duro final, ya que al salir a superficie, con toda seguridad serían atacados. La sorpresa fue grande cuando lo único que esperaba en la superficie eran los botes del Dvinsk.
Nostitz prosiguió con su vuelta a casa a donde llegarían el día 20 de julio, habiendo recorrido 10915 millas en 94 días de patrulla, con un record de 23 barcos y 51336 toneladas, a los que hay que añadir otros cuatro a causa de las minas que había plantado. Y lo que era mas importante, tal como señalara el teniente Körneer, “le habíamos demostrado a un mundo escéptico que incluso la basta extensión del Atlántico no era suficiente para impedirnos llegar a la costa de la lejana America. Sin duda fue una advertencia de lo que traerían guerras posteriores. Pues llegaría el día en que para los submarinos sería lo mismo un viaje a través del Atlántico que una incursión por el Mar del Norte. El aislamiento de América ya es algo del pasado.”
Como hemos podido ver, no solo fue una de las patrullas submarinas más exitosas de la historia, sino que además llevó el nombre de Nostitz a un plano más allá del triunfo bélico, pues su demostración de caballerosidad jamás sería olvidada.
Bibliografía:
The U-Boats. Time Life Books inc.
Submarinos alemanes en la Gran Guerra 1914-1918. Cristino Castroviejo. Almena.
Internet.
www.uboat.net
http://www.njscuba.net/sites/list_u-151.html
http://www.fortunecity.com/victorian/churchmews/1216/SSCarolina.htm
Enviado por: Daniel Prieto http://websubmarinos.blogspot.com.ar/
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