Discurso del Comandante de la Fuerza de Submarinos Argentina.

Celebramos hoy un nuevo aniversario del arribo de los primeros submarinos de la Armada Argentina a la Ciudad de Mar del Plata. En la mañana ...

Celebramos hoy un nuevo aniversario del arribo de los primeros submarinos de la Armada Argentina a la Ciudad de Mar del Plata. En la mañana del 3 de Septiembre de 1933, hace 77 años, los sumergibles Santa Fe, Santiago del Estero y Salta amarraban por primera vez en esta ciudad, episodio que desde entonces se ha convertido en un hecho del acontecer de Mar del Plata.

El papel desempeñado por los submarinos en la I Guerra Mundial y la tendencia regional motivaron a que, entre 1917 y 1918, la Armada Argentina envíe siete oficiales a los Estados Unidos para  estudiar esta nueva arma; cuatro concurrieron a la Escuela de Submarinos de New London, y los tres restantes a la Escuela de Torpedos de Newport.

Al  regreso de ambos grupos, el Ministro de Marina ordenó iniciar los estudios tendientes a determinar el tipo y cantidad de submarinos necesarios para la Nación.  El informe final recomendó la necesidad de contar con seis submarinos de mediano desplazamiento.

El 29 de septiembre de 1926, el Honorable Congreso de la Nación sancionó  la Ley 11.378 de “Renovación del material naval”, que “autorizaba al Estado Nacional a adquirir dos grupos de tres submarinos cada uno, y a iniciar la construcción de los talleres, varaderos y cuarteles necesarios para su reparación y mantenimiento en el puerto de Mar del Plata…”.

Ese mismo año, impulsados por la sanción de la norma legal, las autoridades portuarias firmaban el convenio que permitiría  la ampliación de las obras que se estaban desarrollando en el puerto de Mar del Plata: nacía así el puerto militar de esta ciudad.

La elección de Mar del Plata como Base de Submarinos no fue azarosa, sino que responde a consideraciones estratégicas: es el punto que permite el más rápido acceso a aguas profundas de todo nuestro litoral marítimo y su ubicación intermedia posibilita un rápido despliegue a distintas áreas de “interés marítimo”.

Desde entonces la actividad submarina es parte de la Armada y de Mar del Plata y Mar del Plata es parte de nuestros hombres. Somos y nos sentimos marplatenses, pues Mar del Plata es nuestro asiento natural. Nuestras Unidades se aprovisionan de la ciudad y son mantenidas y reparadas por la industria local, contribuyendo al ciclo virtuoso económico y científico regional.

Desde aquellos días hasta la actualidad, cinco generaciones de submarinos, desde los Tarantinos hasta los Clase “Santa Cruz”, y sus sucesivas dotaciones escribieron la historia del Arma Submarina Argentina. La Fuerza de Submarinos recibió un aporte  trascendental al asumir la conducción orgánica de la “AGRUPACION DE BUZOS TACTICOS”, que desde entonces es una parte esencial de nuestras capacidades operativas.

La participación en el conflicto del Atlántico Sur marca un hito en nuestra historia, el Submarino Santa Fe, posteriormente hundido en las Georgias del Sur, y la Agrupación de Buzos Tácticos participaron en la recuperación de las Islas Malvinas.

El submarino San Luis, lanzó sus torpedos en proximidades del estrecho de San Carlos y fue perseguido por unidades antisubmarinas británicas, sin ser detectado.

La capacidad de los submarinos de operar en inmersión permaneciendo  indetectados, les confiere un valor disuasivo que no posee ningún otro medio naval, su gran autonomía le permite operar en áreas alejadas de sus bases, el elevado poder de sus armas y su bajo costo operativo lo convierten en un instrumento idóneo para enfrentar las agresiones militares estatales de origen externo.

Sin embargo, todas estas aptitudes que posee esta arma no pueden materializarse sin la existencia de tripulaciones con un alto nivel de profesionalismo. Pero el espíritu de los submarinistas y buzos tácticos tiene ciertas características distintivas y es transmitido a nuestro personal por primera vez en la Escuela de Submarinos y Buceo mediante una alta exigencia académica que requiere de sacrificio y dedicación para poder superar ese primer escollo.

Es ese espíritu el que nos permite afrontar los desafíos de las profundidades y la adversidad de las carencias materiales; es el que hace que los submarinistas y los buzos tácticos se sientan orgullosos de lo que son y de lo que hacen. Es nuestro espíritu lo que permite, finalmente, que una nave de esas características, se convierta en una unidad de combate eficiente y letal. Es ese espíritu lo que permitirá, si las circunstancias lo requieren, que desde las profundidades defendamos los intereses de nuestra Nación.

Nuestro deber nos exige que hagamos lo que sabemos hacer, lo que hacemos todos los días, mantener nuestras unidades de la mejor manera y adiestrarnos para alcanzar la mayor eficiencia , como hasta ahora lo hicieron los que nos precedieron honrando así el prestigio de esta nuestra querida comunidad.

 

Capitán de Navío Gustavo Piccardo
Comandante de la Fuerza de Submarinos